TEATRO: «Una noche sin luna»

MarcosGPunto

Hace ya varias semanas que tuve la suerte de poder vivir una de esas noches mágicas de teatro, una de esas que no se olvidan y de las que sé que permanecerán en mi memoria (ojalá) durante toda mi vida. Pero el miedo a no estar altura para escribir sobre este montaje, la necesidad de seguir reposándola durante días o quizás, porque es tanto lo que se me removió por dentro, que por más que busco las palabras para poder explicarlo, me resulta completamente imposible hacerlo… ha derivado en que hasta hoy, no me haya atrevido a pasar por aquí para hablar sobre ella.

Pero ahora, a escasos días de que acabe este año, creo que una buena manera de agradecer y homenajear todo lo vivido esta temporada teatral, sería intentando hablar de una de las obras de mi vida, Una noche sin luna protagonizada por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Peris-Mencheta.

Para mi el 2022 ha sido una temporada muy buena. Y una de las cosas que han hecho tan grande este año, es poder disfrutar por partida doble con dos de los montajes de Barco Pirata que más tiempo llevaba deseando ver desde sus estrenos. Y es que, si este verano confirmaba junto a Diana Palazón tras ver Ladies Football Club, que la vida sigue poniéndote las cosas en tu camino cuando toca y no cuando tú quieres, convirtiendo así esa noche de agosto y esa función en Sagunto, en una de las más especiales y significativas de mi vida. El pasado mes de noviembre en Rambleta (Valencia), Una noche sin luna me removió de tal manera que me trasladó inconscientemente a esa noche de 2005 cuando de la mano de mi madre, disfruté del teatro por primera vez y me enamoré de él hasta lo más profundo de mi ser…

Sé que muchas veces, el marcarse altas expectativas pueden llevar injustamente a la mayor de las decepciones, pero también, cuando conoces y confías plenamente en el trabajo del equipo que hay detrás de lo que vas a ver, esa regla suele venirse abajo. Por eso, es inevitable para mi, ir ilusionada al teatro como una niña la noche de Reyes, cada vez que la fecha de uno de las producciones de Barco Pirata y Sergio Peris-Mencheta se acercan, y una vez más, con este montaje basado en los textos de Federico García Lorca, fue así.

Ya lo he dicho en otras ocasiones, pero para mi ir al teatro es una de las cosas más importantes para mi vida y para mi cabeza, por eso, cuando ocupo mi butaca y miro al escenario, sé que algo va a pasar, que algo dentro de mi, en un rato, seguramente se transformará. Y esa noche, cuando me senté y miré a las tablas, supe sin duda alguna, que algo iba a suceder. Sí, porque con los montajes de Sergio es inevitable que eso no pase. Porque con él es imposible no regresar a tu casa con tu cabeza dando vueltas y tu corazón germinando cosas nuevas.

Sí, con Sergio Peris-Mencheta y el equipo de Barco Pirata se vive todo de una manera mágica. Con esa escenografía a cargo de Curt Allen Wilmer y la iluminación de Valentín Álvarez, la cual juega como un personaje más, te das cuenta con cada minuto que pasa, en que todo está medido al detalle y ahí, es cuando tu cabeza empieza a vivirlo de otra manera. Ahí, cuando escuchas a hablar a Juan Diego Botto por primera vez, pasas a encontrarte sola a pesar de estar en una sala que una vez más, y como lleva sucediendo en cada uno de los pases de esta obra, volvía a estar sin ninguna localidad libre, pero da igual, porque a pesar de los cientos de personas que te rodean, Juan Diego Botto te habla a ti, no hay nadie más en la sala contigo. Tú y él, solos sin más. Bueno, miento, y Federico, ese Federico al que él le da vida de una manera tan bella que me rindo ante él y me niego a decir nada más porque no hay palabras para poder explicarlo…

Y es que Juan Diego Botto ama su profesión y eso es algo que se siente con cada palabra que sale de su boca, con cada silencio, con cada respiración que toma, con cada gesto… Su credibilidad y su talento hay que vivirlos y para mi, Juan Diego Botto en Una noche sin luna es todo lo que yo le puedo pedir al teatro y lo que me hace amar este arte, por eso, yo solo puedo darle las gracias. Por la pasión, el respeto, el cuidado y la perseverancia que le da a su trabajo. Gracias. A él y a Sergio Peris-Mencheta, porque si hay un equipo de Champions son ellos junto con Barco Pirata, porque hacen que una y otra vez, mi amor por el teatro crezca y crezca incluso cuando yo pienso que no puedo quererle más.

Tanto es así, que lo único que eché en falta esa noche, ya que de todas las funciones a las que he acudido este año, ha sido la única a la que por circunstancias, he ido sola, y quizás ha sido la que más me ha dolido que así fuera. Porque, Una noche sin luna, es uno de esos montajes que cuando llega a su fin, cuando las luces vuelven poco a poco a encenderse y ese actor con mayúsculas sale a escena para recibir los aplausos de un público puesto en pie al unísono, ahí, mientras me sequé las lágrimas, necesitaba tener una persona de confianza al lado parar mirarle a los ojos y decirle: ¿Acabas de sentir lo mismo que yo?.

Y sé que estas líneas no transmitirán ni un cuarto de lo que yo sentí ese día, pero solo espero que si en algún momento tenéis la oportunidad de verla, aunque tengáis que desplazaros kilómetros para ello, tengáis que madrugar al día siguiente, aunque os de reparo ir sin compañía o estéis en un momento complicado de vuestras vidas… por favor, aún así, si tenéis esa oportunidad, no dejéis escaparla.

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