TEATRO: «Tercer Cuerpo»

Tercer Cuerpo

Una de las cosas que más me gusta es ir al teatro sin saber lo que voy a encontrarme. No me gusta leer una sinopsis ni nada relativo a ese montaje. No, yo soy de guiarme por el corazón, por el elenco, por el equipo… pero nunca de guiarme por la trama. No sé si es un error o no, pero con el tiempo he aprendido que es mucho más emocionante e inquietante para mi, ir pura ante lo que estoy a punto de vivir, sin expectativas ni ideas preconcebidas… Y  Tercer cuerpo no ha hecho más que consolidarme esta teoría.

Recuerdo perfectamente el día que me topé de lleno con el cartel de esta obra de Tolcachir. Yo iba caminando por la Estación del Norte, tras la vuelta de un viaje, y aún con el cuerpo todavía situándose en la ciudad, me lo encontré de frente. Su estilo cinematográfico fue lo primero que llamó mi atención, y luego, al ver detenidamente el elenco que lo conformaba y quién era el responsable de la misma, pasó automáticamente a mi lista de favoritos y también al calendario para intentar no perderme alguna de sus funciones.

Ayer, su aterrizaje en el Teatre Talia de Valencia en donde permanecerá por tiempo limitado hasta el próximo domingo, me brindó la oportunidad de acudir a su estreno y disfrutar así de esta obra que tanto tiempo llevaba esperando vivir de cerca.

Para mi, Claudio Tolcachir es uno de esos directores con sello propio y un gran experto en tocar las profundizas de los seres humanos. Es responsable de grandes obras entre las que se encuentran títulos destacados como Todos eran mis hijos, La omisión de la familia Coleman y de una de las que más resuenan en mi cabeza y en mi corazón, aún después de haber pasado ya ochos años desde que la vi, Emilia. Ahoraescribe y dirige, Tercer cuerpo, una comedia con tintes irónicos y algo dramáticos que protagonizan Carmen Ruíz, Natalia Verbeke, Gerardo Otero, Nuria Herrero y Carlos Blanco.

Me consolidé como fan de Carmen Ruiz gracias al cortometraje La rubia de Pinos Puente que descubrí durante mi trabajo en el FEC Villamayor de Cine! de 2010 a donde ella acudió para presentarlo. Ahí, esa noche de festival, con su amabilidad, humildad y cercanía, unido al trabajo que nos brindaba en ese corto, a mí, Carmen Ruíz me conquistó. Por eso, cuando su cara fue  una de las primeras que reconocí en el cartel, sabía que no podía faltar a la fecha y ayer, cuando tuve la suerte de verla sobre las tablas, se consolidó esa percepción que tenía sobre su talento. Un talento no solo para la comedia sino también para sacar a flote su perfil más vulnerable en el que es capaz de pellizcarnos el corazón si la trama lo requiere.

Junto a ella, formando un divertido y orgánico dúo se encuentra Natalia Verbeke, que es capaz de provocarnos la risa de manera continuada, mientras cambia admirablemente de registro para presentarnos unos monólogos nada fáciles y de una concentración máxima. A su lado, como aliado y miembro de esta divertida pareja, tenemos al siempre acertado Carlos Blanco quien nos regala a un personaje lleno de inseguridades y dudas que nos acaricia el corazón. Nuria Herrero, otro de los talentos que al ver reflejado en ese cartel, aumentaron mis ganas de ver esta obra, y Gerardo Otero, capaz de pasar de la calma a la intensidad sin pestañear, terminan de completar este equipo que se sincroniza a la perfección en este completo multiverso y que nos brindan conversaciones entrelazadas sobresaliente y de máximo nivel.

Tercer cuerpo nos presenta a personajes unidos por una soledad a veces buscada, pero otras encontrada sin quererlo. Nos habla sobre los temores, las inseguridades, el amor, la incomprensión… Todo a través de personajes naturales nada estereotipados ni portadores de la típica capa de superhéroes. Personas que no saben cómo seguir en el difícil juego de la vida, en ese en el que todos queremos estar pero en el que muchas veces se nos hace muy cuesta arriba. Una vida en la que a veces queremos estar solos, aunque acabamos descubriendo que si tenemos a alguien que nos alumbre el camino o esas escaleras oscuras, también es mucho mejor.

Es una de esas obras que sorprenden, que demuestran que en tan solo 80 minutos puedes dar vida a un texto divertido, creativo y sobre todo muy ágil, que mantiene el ritmo en todo momento y que no te anima a mirar el reloj ni siquiera cuando juega con esos silencios tan sumamente necesarios y bien colocados. Todo esto con una impresionante escenografía que no cambia pero es capaz de jugar con nuestro imaginación para transportarnos a diferentes escenarios a través de solamente, los diálogos de sus personajes.

Y aunque bien es cierto, que un principio jugar con ese doble universo en el que a veces se sumergen los personajes puede provocar una inmersión en la historia más tardía de lo habitual, también es verdad, que a mi personalmente este tipo de puesta en escena me apasiona y la admiro profundamente a la hora de ejecutarse. Y es que, mientras las acciones se llevaban a cabo, yo no paraba de pensar en el nivel de concentración en el que se encontrarían los intérpretes en ese preciso momento y en la capacidad creativa de Claudio Tolcachir a la hora de ejecutarla sobre le texto y sobre el escenario.

Este recomendable montaje de Claudio Tolcachir permanecerá en el Teatre Talia de Valencia hasta el domingo 9 de octubre, así que todavía estáis a tiempo de disfrutarlo y enamoraros un poquito más del teatro y su magia.

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