Hoy 24 de diciembre no podía dejar pasar la ocasión de hablar sobre el clásico navideño por excelencia de nuestro cine, la obra de Ladislao Vajda Marcelino, Pan y vino.
Una historia llena de sentimientos, ternura y un humor muy especial donde nos encontramos a su protagonista Marcelino, quien siendo abandonado de bebé en la puerta de un convento fue criado por unos monjes franciscanos. Aunque estos intentaron encontrarle una familia, ninguna quiso acogerle. Por ese motivo el niño creció en el convento sin más niños con los que jugar, aunque Marcelino era feliz junto a los monjes, su amigo invisible Miguel y llegando a entablar una amistad con un Cristo crucificado al que le llevará comida: pan y vino.
Estrenada en pleno franquismo Marcelino, Pan y Vino, protagonizada por el niño prodigio Pablito Calvo, fue un éxito absoluto tanto en nuestro país como fuera de él, consiguiendo la Mención Especial a Pablito Calvo en el Festival de Cannes, donde arrancó más de 8 minutos de aplausos, además del Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín. Y aunque no fuera nominado a los Oscar, tampoco pasó inadvertida en Estados Unidos, donde también consiguió un gran éxito al igual que lo hizo en Francia, Italia e incluso en Japón.
La obra basada en la novela del escritor madrileño José María Sánchez-Silva se aleja por completo de lo que podría entenderse como una obra religiosa propiamente dicha. La dulzura y las travesuras de Marcelino llegaron a conmover a todo tipo de público fuera de la religión que fuera y tuviera la ideología que tuviera. Todo esto gracias en parte a la actuación magistral de un Pablito Calvo, quien fue elegido entre más de 5.000 niños y llegó a superar en fama a muchos de los mejores actores de la época, aunque eso no se le subió a la cabeza en ningún momento. .
Hoy puede ser un día perfecto para volver a ver este clásico para toda la familia y si aún no la habéis visto no os lo penséis más y dejaos envolver por este bonito relato navideño. Desde en el Patio de Butacas os deseamos Feliz Navidad.