ESTHER ACEBO

  • Fotografía perteneciente al Instagram de Esther Acebo y realizada por Geraldine Leloutre

Hoy visita este Patio de Butacas alguien muy especial, es la primera vez que nos encontramos pero es una mujer con quien llevo mucho tiempo queriendo conversar y de quien aprender al escucharla.

Con tan solo cinco años ya estaba en un taller de teatro y aunque más tarde se acabaría licenciando en Ciencias de la Actividad Física, su amor por el teatro y la interpretación siempre estuvo ahí. Por eso, a lo largo de sus más de quince años de profesión, ha trabajado como presentadora y ha tocado todas las áreas de la interpretación, sus diferentes trabajos en teatro, cine, ficción y el mundo del corto así lo avalan.

Hace poco tuve la suerte de poder verla por fin sobre las tablas con “Una cuestión de formas”, la obra que ahora se encuentra representando en el Teatro Lara y ha sido uno de los grandes regalos que me ha dado esta profesión y la confirmación absoluta de eso que ya veía a través de la pantalla, y es que su talento interpretativo y el aura que la envuelve es cien por cien real.

Esther Acebo, muchísimas gracias por tu tiempo.
Muchísimas gracias por tu presentación tan bonita.

Antes de nada, ¿Cómo estás? ¿Qué tal va esta primera parte del año?
La verdad que muy bien. Justo esta mañana hacía un poco de reflexión y estoy muy contenta, muy agradecida, y siendo cada vez más consciente de lo movida que es nuestra profesión y la vida cuando sueltas la orilla de la seguridad…

Tengo por delante un verano con mucho trabajo y por momentos me entra un poco de vértigo porque estamos con la obra hasta el 7 de septiembre y también arranco a rodar un proyecto nuevo. Y de vez en cuando me entra un poco de vértigo, pero al mismo tiempo soy superafortunada porque trabajo en algo que me apasiona y en dos proyectos que también me apasionan mucho, por eso no voy a permitir que el cansancio me reste ni un ápice de la alegría de trabajar en lo que me encanta.

Hablábamos que estás en el Teatro Lara hasta el 7 de septiembre con la obra «Una cuestión de formas», con la que previamente, en abril, habíais estado en el Teatro Infanta Isabel, ¿Cómo está siendo éste viaje y tu regreso a las tablas?
Está siendo un viaje maravilloso. Ya solo el hecho de volver al teatro me hacía muchísima ilusión porque tenía muchas ganas de retomarlo. Cuando llegó el texto a mis manos me encantó, me pareció una cosa totalmente transgresora y es curioso porque el texto tiene ya veinte años pero de repente dándole una vueltita de tuerca es actual. Las preocupaciones que tenemos por las apariencias, por agradar, por encajar… me parece que siempre están de moda.

Me parecía superinteresante el giro que pega la obra y que lo haga de mano de mi personaje me parecía un regalo. Entonces desde el principio con muchas ganas de estar otra vez en el escenario, de jugar, de hacer el viaje, y ahora con la sorpresa de haber renovado porque en un principio íbamos a hacer cinco semanas en el Teatro Infanta Isabel más los bolos que fueran saliendo, pero hemos tenido el regalo de poder estar en el Teatro Lara tres meses y está yendo superbien. Así que muy muy contenta.

Cuando yo fui a verte el patio de butacas estaba lleno y se respiraba muy buen feedback, pero además, al salir tuve que irme a tomar algo y poner en común lo que acababa de vivir porque es una obra que nada tiene que ver con la forma en la que se inicia hasta la trama final. Es una historia para asentar y reposar…
¡Ay, es maravilloso poder generar eso! Algo que hace el autor por ejemplo con el momento del monólogo es poner un espejo a la sociedad. Y yo asumo por supuesto todo lo que hace mi personaje, pero hay una cosa que me parece superinteresante porque según voy haciendo la obra una y otra vez voy haciendo pequeños grandes descubrimientos y yo misma digo: «¡Por favor, daros cuenta que se están accionando algunos cambios para poner un espejo y que veáis lo que la sociedad está demandando». 

Y a día de hoy creo que va muy de la mano de las redes sociales y del mogollón de gente que es superfeliz en redes pero que igual está llorando en su casa… Me parece que tiene mucho que ver con lo que se mueve hoy en día.

La obra habla sobre los límites del arte, el amor y creo que también incluso sobre la exposición o la forma en la que nos ven los demás porque hoy en día, a veces nos afecta mucho la visión externa. Y ahí por ejemplo, las actrices estáis más sobreexpuestas que el resto de la sociedad ¿Cómo vives tú esa parte? ¿Y la gestión de esas opiniones gratuitas que tanto se dan últimamente y el que siempre se opine sobre tu trabajo?
Sí, yo soy actriz y soy consciente de que nos vulnerabilizamos una y otra vez cada vez que trabajamos porque al final nuestro instrumento de trabajo somos nosotros mismos, trabajamos con nuestra cara, nuestra voz, nuestro cuerpo y nuestras emociones, entonces siempre siento que estamos muy expuestas… Pero no sé si es porque me he hecho mayor o porque soy madre y he cambiado según qué prioridades, pero últimamente pienso mucho en que aunque obviamente cuando tú estás ahí en el escenario lo que más y único que importa es el viaje que estás viviendo porque el teatro es un acto de generosidad para el público y no una cosa que haces contigo misma, sino que lo haces para una audiencia y en pro de un equipo y de una compañía, pero también me parece muy importante que una vez que se cierra el telón es supersaludable bajar también ese telón. Es otra cosa, te desmaquillas, te pones las zapas y te vas a casa. Ya está.

Y precisamente porque estamos atrapados por las redes sociales vivimos demasiado pendientes de las opiniones ajenas, del like, el comentario, lo que opina… Y si yo te dijese que no me importa lo que opina el resto sobre mi trabajo te estaría mintiendo porque por supuesto que espero que se reciba con los brazos abiertos y que guste, o al menos que incomode o haga pensar, por supuesto que sí, pero cada vez estoy apretando más para relativizar la importancia de todo eso.

Me importa muchísimo lo que piense respecto a mí, mi familia y mis amigos más cercanos, por supuesto, pero estoy intentando quitarle bastante importancia a esta energía que se mueve tanto de la importancia que puede tener un corazoncito, un comentario o unas estadísticas de redes o cosas que creo que tampoco deberían trascender tanto, y que para mi persona afortunadamente no lo hacen.

Es verdad que vivimos en ese momento y yo por ejemplo soy muy autoexigente conmigo misma y al final, dependiendo de donde vengan esas opiniones me pueden hacer más daño…
Muchísimo. Yo soy la persona más disciplinada y exigente del mundo mundial, y he aprendido también a que no puedo depositar esa exigencia que además es bastante alta en el otro porque no es justo para nadie y ni siquiera para mi. Pienso muchas veces que si yo estoy intentando educar a mi peque en que no espere del resto que le digan si el dibujo está bien hecho o no, si no que le pregunto: ¿A ti te gusta? ¿Has disfrutado haciéndolo? ¿Estás contenta con lo que has hecho?, pues nos tenemos que hacer esas preguntas también a nosotras mismas. Y hablo en femenino porque creo que es especialmente duro con las mujeres y porque como esperemos a que el mundo nos de la suficiente aprobación para sentirnos bien nosotras… apaga y vámonos porque nunca va a ser suficiente.

A mi me gusta irme a la cama sabiendo que he hecho una buena función en términos de haber estado al cien por cien, concentrada en mi texto y a tope con mis compañeros, pero el resto como no está en mi mano, pues hay que intentar soltar un poco ese control porque si no, para las que somos exigentes y trabajadoras es durísimo, porque aunque el feedback que te den sea bueno, nunca va a ser suficientemente bueno y es importante buscarlo en una misma.

Si porque está ese momento en el que hay muchos comentarios buenos, pero al final te quedas pensando en el malo…
Sí, es una cosa que pasa mucho. Creo que hay que hacer el ejercicio de relativizar las buenas y las malas, sobretodo quienes queremos hacer las cosas bien, nos gusta nuestro trabajo y queremos que salga bien.

Tenemos esta cosa de que si hay algo malo te agarras ahí a darle vueltas y luego hay diez comentarios buenos frente a uno malo, ¿Por qué me quedo con lo malo?. Pero luego también hay gente que se engancha con lo bueno, se viene arriba y se despega del suelo y creo que es superimportante mantener los pies en la tierra. Creo que hay que relativizar la importancia de la opinión ajena, tanto la buena buenísima como la que no lo es tanto, porque creo que si eres medianamente exigente con tu trabajo, te apasiona lo que haces y te gusta, es importante estar muy conectado contigo y estar satisfecho contigo, saber por qué lo haces y para adelante. Confiar más en nosotros mismos porque hay tanto ruido que es muy fácil perderse.

Hablamos del ruido externo y el aquí y el ahora, y es que, cuando yo me siento en un patio de butacas sucede que ya solo estáis ustedes y lo que nos estáis regalando en ese instante, el resto del mundo y el ruido de fuera desaparecen…
Eso me parece un regalo. Primero para nosotros como actores porque ahí vives un viaje y es cierto que el resto se apaga porque no puedes estar con tu viaje personal porque tienes que estar con el de tu personaje. Y el hecho de saber que la gente a lo mejor tiene un día de mierda y ha pagado su entrada, se sienta y ese rato lo desconecta para estar con nosotros, a mi ya me parece un motivo gigante para seguir adelante con esto. Porque ¡Jo! regalar ese ratito de presencia plena porque al final es algo que nos cuesta muchísimo porque estamos con tanto estímulo alrededor que es muy difícil estar… Ser y estar aquí y ahora es lo que tiene el teatro porque a veces pasan cosas, como que se rompe algo o se estropea una proyección y tienes que estar ahí con lo que está pasando porque no hay opción de repetir.

Ese momento previo a salir a escena, mientras el patio de butacas se va llenando y ya se va escuchando el murmullo del público que ya está esperando, ¿tú cómo lo vives?
Creo que es una de las cosas mágicas del teatro, el poder estar de verdad conectada con la persona con la que estás viviendo esa historia. Ahora estoy haciendo una cosa que me funciona mucho y me viene muy bien porque antes de entrar siempre hay un momento de pánico, de miedo y de un vértigo maravilloso (ríe). Y creo que el día que no entre, malo va a ser… Pero me gusta mucho el momento en el que se baja el telón, empieza a entrar la gente y en ese murmullo me pongo supercerquita del telón y con las palmas hacia adelante porque me da la sensación que estoy compartiendo esa energía con la gente que está entrando y con sus ganas… me gusta mucho, me coloca en el sitio y eso es lo que necesita el teatro, esa presencia.

Hay una cosa que a mi me duele mucho y es que hay mucha gente que parece que todavía no es consciente de lo que os puede llegar a desconcentrar y molestar un teléfono. De hecho, el día que fui a verte, volvió a suceder en varias ocasiones pero me encantó cómo al final lo introdujiste en tu momento del monólogo…
Yo no puedo cambiar al resto, solo puedo trabajar conmigo y por eso, cuando pasan esas cosas como por ejemplo que vas del baño a la cocina con el móvil encima, ahí yo misma me regaño porque eso no puede ser y pienso en lo enganchados que estamos al teléfono y me permite comprender que estamos todos un poco presos de esta droga que nos da el estar conectados todo el rato.

No entiendo a la gente que no se desconecta dos horas del teléfono para conectar con la historia que vamos a compartir. A la gente le cuesta muchísimo… Suenan muchísimos teléfonos. Y molesta mucho porque somos muy conscientes, porque lo vemos, porque se oye todo y desconcentra mucho.

Y qué infortuna que justamente sucediera en el momento del monólogo porque obviamente en el resto de la obra hay una cuarta pared y aunque me esté sentando muy mal no puedo acusarlo… pero además, en esa función ya habían sonado varios móviles y al menos fue maravilloso que sonase justo en ese momento porque el propio personaje pudo echar una pequeña reprimenda a la persona a la que le estaba sonando.

Yo soy consciente del enganche que tenemos con los móviles pero como público es importante ser consciente de hasta qué punto puede molestar a los intérpretes y al resto del público porque además es algo que se avisa al comenzar.

Otra de las cosas que me encantan del teatro es que aunque sea un mismo texto el que repetís cada función, vuestro personaje sin embargo va creciendo y evolucionando según vais representando la obra en el tiempo e incluso vais descubriendo cosas nuevas con el tiempo…
Totalmente. De hecho, a alguna amiga muy querida que vino a ver el estreno para darnos apoyo le he pedido que por favor vuelva porque ahora es otra cosa. Al final el teatro te obliga a esa cosa maravillosa de estar aquí y ahora. Por ejemplo, si nosotras ahora mismo colgamos el teléfono y mañana nos llamamos y me haces exactamente las mismas preguntas, estoy segura que contestaré otras cosas, nos reiremos en momentos diferentes y que todo será distinto. Entonces incluso repitiendo el mismo texto es muy curioso como a veces resuena desde lugares distintos.

Y somos personas, entonces aunque hay una cosa en este oficio que tiene que ver con la técnica, con el director y con que hay que repetir algunas cosas porque tengo que llegar a una marca… soy un ser humano que estoy viviendo e igual de repente un día estoy con la energía altísima y estoy de otra manera e igual la función respira de otra forma, y no soy yo sola, somos todos. Y eso es mágico. Y aunque obviamente tienes que mantener un rigor, hay una cosa humana que hace que esté vivo todo el rato y sea maravilloso.

Y después de tantos años haciendo teatro, ahora dando vida a Evelyn, un personaje con tantísimas capas y que según la vas descubriendo es supercompleja. ¿Has descubierto herramientas que no habías puesto en funcionamiento hasta ahora?
Hay muchas cosas que te van dando los personajes y que luego te las quedas tú para ti como persona y también como actriz para otros personajes. Pero es verdad que en el proceso de ensayo en el que nos volvemos todos un poco locos intentando entender y probar cosas, en este caso el director nos decía marcas muy desde fuera, muy del cuerpo y de la voz. Él quería mucha quietud, sobre todo en las primeras escenas. Algo incluso incómodo. Y he aprendido a encontrar la comodidad al revés y desde la forma poder llegar a un fondo. Ir encontrando el carácter de ella desde esa inmovilidad inicial que me pedía el director al principio.

Trabajar desde la forma es algo que no hago habitualmente y este personaje me ha ido dando cosas del fondo muy poco a poco. Además, el hecho de estar haciendo la función tantas veces hace que algunas palabras o el monólogo se resignifiquen y que luego me de cuenta de cosas. Sigo descubriendo cosas una y otra vez y eso es maravilloso.

La función se estrenó en Londres, tiene adaptación cinematográfica e incluso en España en 2003 fue lleva al teatro por Gerardo Vera con Maribel Verdú como protagonista. A ti como actriz, ¿te gusta ver las otras versiones o prefieres partir desde cero?
Personalmente cuando sabíamos que íbamos a hacer la función prefería tener la libertad de no tener una referencia de algo que ya se ha hecho, pero luego, un poco más adelante, en el proceso de ensayo sí que quise ver algo para ver por dónde lo llevaban o qué hacían con ella. De la obra protagonizada por Maribel Verdú no pude ver nada, pero la peli aunque no la he visto de corrido porque no me daba la vida, sí vi unos trocitos, sobre todo del inicio, pero me pareció que al ser cine es otro lenguaje y otra forma de comunicarse. Y se nota que la peli tiene unos años y que si se hiciese hoy en día no se haría así…

Me quedé tranquila porque tenía curiosidad y vi trocitos, pero tampoco se puede decir que la vi para inspirarme y coger ideas porque para lo que queríamos hacer nosotros y cómo queríamos ponerlo en escena, tampoco ayudaba demasiado.

Y ya casi llegando al final de nuestra conversación me gustaría hablar sobre un trabajo tuyo al margen del teatro en el que trabajaste con una persona a la que quiero mucho como es Nuria Gago y con el que ella debutaba como directora. Me refiero al cortometraje «Su vida en tus manos» y aunque creo que siempre es importante hablar de él, especialmente en estas fechas quizás aún más…
¡Ay, sí! Cuando me llamó Nuria y me dijo la idea que tenía no podía no participar. Fue maravilloso.

Me estoy dando cuenta que digo la palabra «maravilloso» un montón de veces… (ríe) Pero es que estoy bastante con esta actitud de celebrar las cosas que vivimos, porque al final tengo la suerte de poder dedicarme a lo que me gusta, hacer lo que quiero… Y estoy muy en lo positivo.

Pero sí, Nuria me llamó para contarme la idea y le dije que estaba dentro. Me da mucha pena que necesitemos hablar de este corto una y otra vez, especialmente en verano. Porque de verdad que intento ser bastante empática, pero me cuesta entenderlo. A nadie le obligan a tener un perro, un gato… pero cuando tomas la decisión de tener un bichillo en tu vida, creo que tiene que ser una decisión coherente y responsable. Y supone mucho trabajo y una responsabilidad. No me vale ni entra en mi cabeza que si se te está haciendo un poco cuesta arriba ya no vas a seguir con esa decisión que tomaste. No soy capaz de entenderlo. Y tengo bichillos en casa y precisamente por eso son mi familia. Y ahora mismo me es costoso, y con mis horarios de trabajo que a veces son difíciles más una peque humana (ríe) es complicado conciliar todas las cosas… pero ¡Joder! ellos no han elegido estar en tu casa ni en tu vida, eres tú quien lo ha elegido y ¿en qué cabeza cabe abandonar a tu perro? Me parece una cosa horrible, deleznable y que da una información terrorífica de la persona que se atreva a hacer algo así. Por eso participé en el corto de Nuria. Y participaría cada día. Y ojalá no fueran necesarios.

Siempre acabo nuestros encuentros pidiéndoos una serie de recomendaciones para conoceros un poco mejor y retroalimentarnos en gustos culturales. Y aunque sé que es complicado porque cada día puede variar la respuesta según nos encontremos, me gustaría que por favor, me recomendases: 

  • Un libro: Justo acabo de empezar a leer hace muy pocos días «Hábitos atómicos» y me está encantado. Me está dando una especie de subidón ver como con pequeñitos cambios se pueden accionar grandes cambios e intentar ser mejor, vivir mejor y sentir mejor. Me está gustando muchísimo (ríe).
  • Una serie: Ahora estoy totalmente fuera de tiempos (ríe) pero estoy viendo «Los Sorprano» porque era una serie que nunca había visto de seguido y tenía muchas ganas. A veces no me sobra mucho tiempo pero cuando tengo un ratito quiero ver algo que no sea muy sesudo pero que sea divertido. Y está muy bien escrita, los actores son increíbles y aunque tiene unos años, funciona siempre.
  • Una obra de teatro que tengas pendiente de ver: «Prima Facie» porque leí el texto hace tiempo, me encantó y es una obra que me hubiera encantado hacer. Tengo muchas ganas de ver la puesta en escena. Y también tengo mucha curiosidad de ver «El Secuestro» que está en el Lara con nosotros y no la he podido ver todavía.

Muchas gracias Esther por tu tiempo, tus risas y todo lo compartido. Ha sido un viaje increíblemente bonito. Nos despedimos recordando que podemos seguir viéndote sobre las tablas hasta el 7 de septiembre en el Teatro Lara con la obra «Una cuestión de formas». 

  • Fotografía perteneciente al Instagram de Esther Acebo y realizada por Geraldine Leloutre

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *