Admiro mucho a las personas que se dedican a lo que les apasiona a pesar de las dificultades que eso puede conllevar, y me encanta aún más, que cuando hablan sus profesiones sean capaces de transmitir esa pasión que hace que cualquier esfuerzo merezca la pena. Un claro ejemplo de ello es mi invitado de hoy, Eduardo Aldán, quien con solo hablar de su nuevo espectáculo ya te hace ver el increíble amor que siente por su trabajo y del respeto tan absoluto que tiene por ese gran público que se acerca al teatro a disfrutarle.
Y es que, tras despedirse de su increíble éxito «Espinete no existe», con el que batió récords estando en cartel durante 12 años, ahora, desde el pasado mes de febrero, Eduardo Aldán, vuelve a subirse a los escenarios para representar «El Jefe», su nuevo trabajo teatral que puede disfrutarse en el Teatro Arlequín de Madrid y en donde deja a un lado el mundo del monólogo para compartir cartel con Israel Criado en esta comedia, la cual no solo protagoniza, si no que también ha escrito, dirigido y producido bajo el sello de su propia productora, Aldán Company.
De este nuevo trabajo, de su pasión por su profesión y de la despedida de «Espinete no existe» he tenido la suerte de conversar con Eduardo Aldán en la siguiente entrevista.
Desde el pasado 1 de febrero podemos verte en el Teatro Arlequín de Madrid con la obra «El Jefe» ¿Qué puedes contarnos sobre este nuevo trabajo?
Pues lo primero que ha sido un salto al vacío, un vértigo terrible, porque después de estar haciendo doce años con «Espinete no existe» ¿qué es lo siguiente que haces para que la gente no lo compare? para que la gente no tome como referencia el espectáculo anterior… porque es inevitable! Un éxito tan grande como el de «Espinete … » que nunca lo hubiera imaginado… de repente lo siguiente es como te digo un riesgo total porque corres ese riesgo de que te comparen constantemente con lo anterior, con lo cual decidí no hacer un monólogo, que era mi idea previa. Lo primero que pensé hacer era otro espectáculo de monólogos, pero dije: «No, tiene que ser algo muy distinto». Muy distinto en cuanto a que no quiero que sea el mismo formato.
Y en lugar de ser un monólogo es un diálogo. Somos dos actores en el escenario y ya no solo uno. La historia que cuenta es ficción, es una obra muy teatral, no es como el monólogo que hablas directamente al público, con lo cual ya partimos de un punto distinto al de «Espinete no existe». Sí es verdad que sigue siendo comedia porque el humor para mi es el vehículo para contar lo que quiero contar siempre. En el caso de «Espinete» hablaba de una serie de sentimientos y cosas de la infancia que me gustaban, y ahora para contar cosas que me apetece mucho transmitirle al publico. Y combinar al igual que antes, la comedia con la ternura, eso sí que no ha cambiado, es casi mi sello personal, con lo cual eso no lo puedo traicionar, pero sí es verdad que tiene poco que ver con «Espinete». Es un paso más allá y la gente sale con otro tipo de reflexión del teatro.
En esta ocasión, como nos contabas, ya no estás solo, esta vez es un diálogo y compartes cartel con Israel Criado, pero podrías sin desvelarnos mucho ¿Cuál es tu papel en la obra?
Claro aquí son únicamente dos personajes. Digamos que el reto para mi era escribir una obra con solo dos personajes, un solo lugar y un solo tiempo. Quería que ocurriese una sola noche, encerrados en un despacho, solos un jefe y un empleado. Quiero contar una historia que atraiga la atención del público, que te mantenga enganchado todo el tiempo solo con dos personajes, en un lugar muy muy limitado y muy pequeño como puede ser el despacho de una oficina. Y que dé juego, que dé emoción y que tenga interés. Ese era el reto. Cuando lo escribía decía: «Madre mía! yo no sé si a la gente le va a gustar y si va a tener sentido…». Yo estaba desesperado! El momento de escritura fue para mi traumático, porque era escribir algo totalmente nuevo, con los riesgos que implica y con los miedos de autor que tenía.
Y al final cuando por fin lo terminé de escribir y ha quedado tan redondo, tan bonito y por fin lo puse en pie en el escenario y la gente lo vio y la reacción mejor no pudo ser, pues dije: «He dado con algo que puede estar muy bien!». Tenemos que ir cambiando cada día y puliendo… pero ya tenemos la base para hacer un espectáculo.
Y la premisa es la de jefe y empleado. Yo soy el jefe por supuesto (ríe). Son dos personajes muy opuestos, que hacen muchísimo juego de comedia, porque el jefe es un tío puntilloso, muy metódico, que tiene los horarios muy marcados, enfermo del trabajo… Y el otro es totalmente lo contrario, un hombre destartalado, desastre, desaliñado… y claro, ese contraste es maravilloso porque no tienen nada que ver el uno con el otro, y ahí surge la comedia.
Teniendo en cuenta el agobio que te surge en el momento de creación de «El Jefe» y la finalización de «Espinete no existe» con el correspondiente cambio que eso suponía, ¿Cuanto tiempo te ha llevado este proceso de creación?
Pues han sido años eh! porque yo pensaba acabar «Espinete no existe» hace ya mucho tiempo, pensaba acabarlo no en la temporada doce si no en la seis si me apuras. Con lo cual tenía un proyecto en la cabeza que le daba vueltas pero al final tuve dos ideas distintas y ninguna me acaba de convencer, no conseguía sacarle la punta adecuada para que fuese un espectáculo definitivo. La chispa surgió cuando este verano decidí juntar las dos ideas en una sola y se convirtieron en lo que es «El Jefe».
Una era un monólogo y otra que era otro tipo de espectáculo, con lo cual pensé que la combinación de ambas sí que funcionaba y de hecho ha funcionado. El proceso comenzó hace años y ha terminado poco antes de estrenarse, porque acabé de escribirla dos meses antes de estrenar la obra. Fue acabar «Espinete no existe» y empezar la otra, con una semana de diferencia. No tuve tiempo ni de descansar.
Entonces, ¿Estabas creando «El Jefe» mientras seguías representando «Espinete no existe?
Sí sí sí. Ha sido todo a la vez. Estaba yo ya que no daba más de mismo, pero fíjate, ante la presión a mi las cosas me salen mejor.
De todas las impresiones que está dejando la obra desde que estáis en cartel, ¿Qué comentario ha sido el que más te ha llamado la atención?Primero que salen felices del teatro. Que además, para incentivar esa felicidad al final de espectáculo nosotros damos al público un vaso de chocolate caliente y esto tiene que ver con la historia que contamos, porque el jefe lo es de una empresa de chocolate que tiene mucho éxito en el país.
Pero la reacción que más me gusta del público, aparte de que se ríen, es que se emocionan y eso es una cosa que me recuerda mucho a los principio de «Espinete…» que me sorprendió, que la gente se emocionase además de reír. Con lo cual es un buen comienzo. Mucha gente me hace la crítica de: «Me esperaba algo como ‘Espinete…’ y me ha sorprendido para bien» y eso es el mejor piropo que me pueden hacer, porque mi mayor miedo era justamente ese. No tienen nada que ver y se pueden valorar de forma independiente. No es comparable. Y me ha alegrado mucho escucharlo, era justo lo que deseaba escuchar.
Y también que la mezcla de ternura y comedia sigue ahí, que hay un sello personal. Porque que todo lo que haces tenga tu sello es muy importante, que no sea algo alejado de ti, sino que sea una cosa pegada a ti mismo porque al fin y al cabo es tu impronta.
Además, hablando de sello personal «El Jefe» procede de tu compañía Aldán Company, ¿Cómo creas los proyectos?
Creé la productora para poder tener mis propios proyectos. Desde escribirlos, a dirigirlos y producirlos. Y en el caso de «El Jefe» también a protagonizarlo aunque no todo lo que he hecho lo he protagonizado yo. Como actor creo que habré hecho tres de mis proyectos y el resto, trece o catorce, han sido para otros actores.
Pero sí que lo produzco y escribo siempre yo, siempre sale de mi cabeza, a veces colaboro con otros guionistas pero la idea es siempre mía, por eso hice la productora para poder ser jefe de mi mismo. El poder tener la última palabra de las decisiones artísticas para mi es muy importante porque al fin y al cabo lo que yo valoro por encima de todo es eso, mucho más a ganar más o menos económicamente, a lo que yo le doy prioridad es que el producto esté muy bien acabado y que sea tal y como yo quiero que sea. Para mi ese es el objetivo principal: que artísticamente sea redondo.
Para mi una obra nunca está acabada, no se acaba cuando se estrena. Para mi eso es un error. Como estoy siempre ahí viéndola, cada día la dirijo, voy cambiando cosas, cambio un chiste, cambio una frase, cambio un silencio, cambio algo de la luz, del sonido… Cada día! No puedo parar de mejorarlo porque para mi nunca está acabado. Para mi eso es una obsesión!
De ahí lo bonito que decís siempre los artistas que cada día el espectáculo es diferente, no hay día igual que el anterior…
Nunca, nunca. Pero es que no lo es para nadie, ni siquiera para los actores que en teoría están repitiendo un texto, pues nunca es igual. Yo siempre tengo una sensación diferente y lo comentamos al final para ir puliéndolo.
También ten en cuenta que el público ha elegido el día que va a ir al teatro, a él le da igual que tú hayas hecho antes 100 funciones o que tengas 100 funciones después, él ha elegido ese día y esa hora para ir, con lo cual lo que vea tiene que ser en las óptimas condiciones, tiene que ser fresco y con energía. No puedes estar cansado o venirte abajo por cualquier motivo o porque sea tu función número diez de la semana, a él no le importa y tienes que hacerlo perfecto. Eso es lo que hace que sea siempre único, porque para ese espectador ese es su único día con lo cual tienes que hacer el espectáculo para él y para ti.
¿Cómo difiere tu trabajo cuando lo haces solo como actor a cuando lo haces como director y actor a la vez?
Pues cuando eres director tienes más puntos de vista, mientras que cuando eres actor te falta la referencia que es que yo no lo veo desde fuera y entonces me faltan referencias para saber qué va mal y qué va bien, por lo que siempre busco la opinión de alguien que no soy yo y que me diga.
En el caso de compartir escena con Israel, con el que ya compartí cartel en «Espinete no existe» para mi es mi pared rebotante, yo le lanzo una idea y el me devuelve la respuesta. Nos estamos constantemente corrigiendo y eso es lo interesante.
¿Qué es lo que te cautivó de Israel Criado, tu compañero en el escenario y quien también estuvo contigo en «Espinete no existe» para que te decantaras por él en esta obra?
Pues mira, quizás el comentario que más me han hecho cuando propuse la idea de «El Jefe» a los diferentes teatros era que por qué no contaba con un actor conocido. Ya que vas a elegir un compañero para tener en el escenario, busca a alguien que sea un nombre conocido, que tenga cara, que sea un cómico de renombre. Buscaban esa opción para que tuviera más potencia en taquilla y yo dije: «Estáis equivocados» Porque para mi lo principal no es que tengas una cara más o menos conocida en el cartel, eso me da igual. A mi lo que me interesa es que en el escenario la química sea perfecta, y no va a haber ningún actor con el que desde el día 1 tenga la química que tengo con él, con el que llevo doce años ya compartiendo escenario. Nadie va a estar al nivel de química en ese punto, con lo cual tenía que coger a alguien de quien yo me fíe y que se fíe de mi, que seamos generosos los dos en el escenario.
Para mi es fundamental que la gente reciba algo que está bien y que luego lo comente, a que el tirón del cartel sea mucho más potente y luego lo que veas en el escenario no te convenza. Es fundamental que lo esté en el escenario esté bien y la química con él para mi es inmejorable. Con lo cual creo que es lo que la gente va a ver y valorar y va a hacer que luego el boca a boca funcione Más allá de una cara conocida o de un actor con un caché enorme. A mi eso sinceramente no me interesa nada, es mucho más interesante para mi el resultado final y eso con Israel Criado es el mejor porque la química es redonda.
¿Qué sientes antes de salir a escena, cuando las luces se apagan y el telón empieza a subirse?
Desde siempre siento respeto, no es miedo la palabra, es respeto al público porque nunca saber realmente con que público te vas a encontrar ni lo que va a ocurrir ese día. No sabes si algo puede fallar y ser un fracaso estrepitoso, no lo sabes, con lo cual ese respeto está ahí. El ir con todo pensando que como funciona siempre hoy también va a funcionar no sirve, porque no va a funcionar siempre si tú no haces que funcione siempre, si te relajas no funciona, hay que estar al 100% y eso implica respeto y estar a tope. No puedes estar a medias.
Ese momento primero de salir hasta que le tomas el pulso al público, esa incertidumbre, es respeto, es la sensación que mejor describe lo que siento antes de salir al escenario.
Hemos hablado a lo largo de la entrevista de «Espinete no existe» la obra con la que estuviste 12 años en cartel, ¿Cómo fue despedirte de este trabajo?
Pues mira, me he despedido tantas veces de este proyecto que ya no me lo creo. Es decir, lo despedí en la temporada 3, en la 5, en la 7 y en la 10… y seguí hasta la 12, con lo cual ya nadie se creía ni yo mismo, que la 12 era la última, con lo cual cuando llegó la última función de «Espinete no existe» dije yo: «Es que no es la última, es la penúltima».
Ahora para acabar, me gustaría invitarte a participar en el tipo test que realizo a todas mis invitadas y que es para conoceros un poco mejor. Consiste en que me recomiendes…
– Un libro: Voy a decirte mi libro favorito porque es el que más me ha marcado a diferentes niveles, «La historia interminable» de Michael Ende.
– Una película que hayas visto recientemente: «El regreso de Mary Poppins».
– Una película que no olvidas: «Dumbo».
– Un disco o cantante: «Disintegration» de The Cure.
– Un cortometraje: «Mirindas asesinas» de Álex de la Iglesia, el cortometraje que más he visto en mi época universitaria.
– Una serie de TV a la que estés enganchado: Me falta la última que todavía no se ha estrenado de «The Big Bang Theory»
– Una serie de TV que siempre recomiendes: «The Get Down»
– Un obra de teatro que tengas pendiente de ver: No he visto y me ha dado una rabia terrible porque es un espectáculo que solo ha durado dos días, «Rámper, vida y muerte de un payaso.».
Os recuerdo que podéis disfrutar de Eduardo Aldán e Israel Criado con la obra «El Jefe» en el Teatro Arlequín de Madrid.