TEATRO: «La función que sale mal»

La funcion que sale mal - reseña

Es muy bonito llegar a un teatro y ver los alrededores llenos de personas que poco a poco va llenando el patio de butacas dispuestas a apostar por una de las máximas expresiones de arte. Y eso es lo que suele pasar en el Teatro Olympia de Valencia, que un público ansioso llena sus asientos dispuestos a ver cultura en directo y que además, desde el mes de diciembre no han parado de hacerlo para disfrutar de la exitosa comedia La función que sale mal. Una de las mejores comedias que he podido disfrutar a lo largo de todos estos años.

La función que sale mal viene de una larga estancia en Madrid, de continuar su ruta por otras grandes ciudades como Barcelona y desde hace casi mes y medio, se encuentra ubicada en la ciudad levantina donde ocupa las tablas del Teatro Olympia antes de continuar su gira por el resto del territorio español. Pero esta obra de Mark Bell, se estrenó antes en el Old Red Lion Theatre de Londres en el 2012 y desde entonces ha sido representada en más de 30 países, haciendo reír ya a más de ocho millones de espectadores de los cinco continentes.

En España llegó en 2020 con versión y dirección de Sean Turner, bajo la producción de SOM Produce, NEARCO, Cobre Producciones y Olympia Metropolitana y con un elenco maravilloso compuesto por Héctor Carballo, David Ávila, César Camino, Aránzazu Zarate, Armando Pita, Ricardo Saiz, Teresa Ferrer, Víctor de las Heras, Luciana de Nicola, Adria Olay, Felipe Ansola y Carla Postigo. Quienes se dejan la piel durante los cien minutos que dura el espectáculo y de los cuales, es imposible destacar solo a uno porque todos conforman un engranaje perfecto, quienes hacen que tu corazón tenga un lugar personalizado para cada uno de ellos y a quienes quiero darles las gracias en mayúsculas por hacernos reír a cada instante, hasta tal punto de salir del teatro con dolor en la mandíbula (y os prometo que esto es real).

Y es que, estos intérpretes se enfrentan primero a una coreografía imposible en donde cada movimiento que de primeras puede parecer «natural» para los allí presente, esconde un trabajazo increíble de medición milimétrica, con seguramente infinitos ensayos de acierto/error y sus consecuentes golpes. Una coreografía que requiere de mucha sincronía entre cada uno de ellos y que yo personalmente aplaudo sin parar. Y en segundo lugar, además del esfuerzo físico (y por lo tanto mental) que este tipo de puesta en escena requiere, otro factor interpretativo a destacar, para mi sería la versatilidad de jugar al doble personaje, es decir, al intérprete dentro del intérprete. Una especie de matrioska a la que se ven sometidos y que requiere (creo) de una dosis extra de concentración.​

Y para acabar y no alargarme más, no quiero cerrar sin mencionar a la que para mi es la otra gran protagonista: la escenografía. Un diseño a cargo de Nigel Book, que juega como un personaje más y que impresiona nada más cruzar la puerta al patio de butacas.

Nunca he dudado de mi amor por el teatro. Sí es verdad que yo tuve la gran suerte de descubrirlo gracias a mi madre, de ir de su mano la primera vez y caer rendida viendo el talento de su actriz favorita. Ahí surgió mi amor y nunca más se fue. Pero cuando me siento en el patio de butacas y me encuentro con montajes tan mágicos como este, mi pasión por este arte se reafirma. Por eso, yo solo espero que esta obra haya sido la primera vez en el patio de butacas de algunas personas, porque estoy segura que gracias a ella se van a a enamorar del increíble y necesario mundo del teatro y todo lo que lo envuelve, porque eso es La Función que sale mal, un claro ejemplo de lo que es la magia del teatro.

Ahora, la exitosa comedia tras dejar Valencia el próximo domingo 30 de enero, visitará primero Alicante, para luego instalarse en el Teatro Principal de Zaragoza durante el mes de febrero. Y yo solo puedo decir que si tienen la oportunidad, no se la pierdan porque estoy segura que no se van a arrepentir y van a acabar el día mucho más felices, algo que hoy en día se agradece más que nunca. Y me despido volviendo a darle las gracias al Teatro Olympia por traernos montajes así, a todo el equipo de La función que sale mal por el trabajo que nos han regalado y a David Ávila por ser el gran responsable de que la descubriese.

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