Entrevista con Ángel Caballero por la obra ‘Donde mueren las palabras’

"Es importante pasar por varias escuelas e ir cogiendo lo que a cada uno le valga de cada una de ellas y, al final, crear tu propio método"

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Hoy tengo el placer de conversar con Ángel Caballero, autor, director y protagonista de la obra ‘Donde mueren las palabras’, que desde el pasado 25 de enero está triunfando en el Teatro Lara de Madrid y que de momento tiene programada su estancia hasta el mes de julio.

Formado en diversas escuelas interpretativas como Cristina Rota, Central de Cine o el Laboratorio de William Layton, mi invitado de hoy ha trabajado en reconocidas ficciones televisivas como ‘Arrayán’, ‘Carmina’, ‘Perdóname Señor’, ‘Entre Olivos’ o más recientemente ‘El Continental’. Además, también le hemos podido ver en la pantalla grande gracias a sus papeles en ‘Libertador’ o ‘Gernika’ y en el mundo del corto con entre otros títulos ‘Cementerio de Elefantes’ bajo la dirección de Darío Paso Jardiel y en donde compartía protagonismo con Macarena Gómez y Marta Hazas.

Ahora, tras más de una decena de obras a sus espaldas, se estrena en la dirección teatral con ‘Donde mueren las palabras’ una comedia con tintes dramáticos que además acaba de ser publicada por la Editorial Zumaque y de la que nos ha hablado en la siguiente entrevista. Un conversación sobre su presente, su pasado y algo del futuro que le espera.

Desde el pasado 25 de enero podemos verte en el Teatro Lara de Madrid con la obra ‘Donde mueren las palabras’ ¿Qué puedes contarnos sobre este nuevo trabajo?
Es el proyecto más personal que he hecho hasta la fecha. Además, al haberlo escrito yo ha sido muy emocionante poder transitar por todos los procesos, desde que era solo una idea en mi cabeza, hasta verlo nacer e ir creciendo semana tras semanas sobre las tablas del Teatro Lara. Por todo ello, esta obra tiene una carga emocional muy grande para mí, pero, al mismo tiempo, hay una dosis de responsabilidad muy grande, porque si algo hubiera salido mal, yo era el responsable de todo. 

¿Cuál es tu papel en ella?
Interpreto a Ángel, un personaje que es el prototipo del triunfador. Todos sus compañeros querrían ser como él: atractivo, carismático, arrolladoramente seguro de sí mismo. Ligón, despreocupado, algo “sobrado” y peligrosamente en el filo de ser un engreído insoportable (aunque su simpatía irresistible y su buen corazón le impiden cruzar esa frontera). Al menos, hasta que un trabajo en televisión lo convierte, encima, en famoso. “Lo que le faltaba…”  Aparentemente, lo tiene todo. Pero es pura fachada: en realidad, vive atormentado por sus miedos e inseguridades, por la presión de “no estar a la altura” de lo que se espera de él. 

La obra está siendo un gran éxito e incluso el día del estreno colgasteis el cartel de “Localidades agotadas” ¿Cuáles son las reacciones del público que más te están impactado?
El feedback con el público está siendo muy positivo. La gente que viene al teatro (o que te escribe porque ha comprado la obra, que acaba de ser editada por la editorial Zumaque) sale encantada. Me llama la atención algo que me han dicho algunas personas, tanto por mensajes a través de las redes sociales como al finalizar la función, sobre que no habían ido nunca al teatro (o en muy pocas ocasiones) y que, después de ver ‘Donde mueren las palabras’, van a repetir la experiencia. Creo que es uno de los elogios más bonitos que me han hecho. 

Además de protagonizarla, con ‘Donde mueren las palabras’ también has dado el salto a la dirección teatral ¿Cómo fue el proceso de creación?
Sin duda, el reto más exigente, al yo formar parte también del elenco de actores. Dirigirse a uno mismo es complicado. Dirigir una escena coral de cuatro actores, con un ritmo de comedia, cuando tú eres uno de ellos… ¡es una locura! Por suerte, tenía a mi lado como ayudante de dirección a Jaime Palacios, que siempre me daba un punto de vista externo cuando yo perdía un poco el norte.

¿Cómo difiere el enfrentarte a un trabajo teatral como intérprete y como director que cuando lo has hecho solo como actor?
Es muy distinto. Y aquí volvemos al tema de la responsabilidad. Cuando tú te enfrentas a un trabajo como actor, sabes que hay otros factores en la función que no dependen ti por lo que vas a hacer tu trabajo lo mejor posible y ya está. Cuando, además, eres el director… todo depende de ti. Yo he tenido mucha suerte con los directores que me han dirigido y, al mismo tiempo, siempre he procurado ser muy disciplinado con lo que me pedían. Los he tenido muy presentes en esta primera obra como director, porque he tratado de ser como ellos que tanto me han enseñado. Además, en ésta función yo jugaba con ventaja porque, al ser el autor del texto, tenía muy claro como tenía que ser la escena en cada momento.

Cómo actor ¿Qué sientes justo antes de salir a escena, cuando las luces se apagan y el telón empieza a subirse?
Siempre pienso lo mismo: “¿Por qué no me hice fontanero?”. En ese segundo previo, en el que ya escuchas al público sentado en sus butacas, lo único que quiero siempre es salir corriendo. Es algo parecido a cuando no sabes si saltar a la piscina por si el agua está demasiado fría… Al final, saltas. Y luego no quieres parar de nadar. 

Te formaste entre otros centros en la Escuela de Cristina Rota, uno de los grandes núcleos de donde habéis salido grandes profesionales. De todo lo que aprendiste allí, ¿Hay algo que sea lo que más suelas poner en práctica porque ese consejo quedó grabado en tu memoria?
Soy de la opinión de que todos los métodos de interpretación son válidos, siempre y cuando ninguno sea un dogma. Creo que es importante pasar por varias escuelas e ir cogiendo lo que a cada uno le valga de cada una de ellas y, al final, crear tu propio método. En mi caso, de quien más he aprendido ha sido de mis compañeros de trabajo. De Marta Hazas, por ejemplo, aprendí algo importantísimo y que aplico en cada proyecto: a ir siempre a favor de obra. A tratar de ponerle las cosas fáciles a todo el equipo. Otra cosa que tengo muy presente es algo que me dijo una vez la directora de casting Laura Cepeda: “Tienes buena intuición de actor. Confía en esa intuición”.

¿Podrías decirme que te han aportado a nivel personal y laboral los siguientes trabajos televisivos?
– ‘Carmina’:
Fue mi primera gran oportunidad. Me aportó, ante todo, un plus de seguridad en mi mismo, al ver finalmente recompensado un largo proceso de cásting (al principio, de hecho, aspiraba al papel de Cayetano Rivera, y fue la propia cadena la que, para mi sorpresa, decidió adjudicarme el de Paquirri… con el consiguiente vértigo, sin tiempo que perder en miedos o inseguridades. Había que coger, nunca mejor dicho, el toro por los cuernos…) Además del reto de interpretar a un personaje tan conocido (un regalo, un auténtico sueño), que requería un “peso” y una cierta madurez actoral, durante la preparación previa tuve que aprender a torear, la colocación del cuerpo, una determinada actitud corporal… Lo curioso es que, finalmente, no fue necesario ponerlo en práctica, pero supe lo que era meterse en la piel de un torero y me vestí de luces. Eso no pasa todos los días… 

-‘El Continental’: Fue mi reencuentro con Frank Ariza, que ya había apostado por mí en ‘Perdóname Señor’, regalándome un personaje (un yonqui físicamente devastado) para el que otros ni me habrían considerado siquiera. Siempre le estaré agradecido por ello, por ver algo en mí más allá de un determinado físico o un estereotipo de galán. En ‘El Continental’ pasó algo parecido, cuando pensó en mí para un personaje muy turbio, oscuro y violento, de etnia gitana, para el que, de propina… ¡Tuve que aprender a boxear! Al menos, unas nociones básicas para que la coreografía de mi combate con Christian Sánchez resultara convincente… y no nos hiciésemos daño en el proceso.

– ‘Entre Olivos’: Mi primer personaje protagonista en televisión durante dos temporadas, con todo lo que ello conlleva. Fue una maravillosa escuela en todos los sentidos: por primera vez tuve tiempo para desarrollar un personaje a largo plazo en televisión. Uno, además, con un arco muy completo: partía siendo un “pijo” superficial y, después de un viaje muy dramático hacia la madurez (que pasaba por un intento de suicidio), apenas empezaba a encontrarse a sí mismo cuando sufría la pérdida traumática del amor de su vida…  Todo un carrusel emocional, no puedo quejarme… Por no hablar de que técnicamente también fue una gran escuela. Aprendes a resolver cualquier problema sobre la marcha.  Y, por si fuera poco… Aprendí a montar a caballo como un jinete, me reencontré con mi tierra (Andalucía), y me permitió cruzar el charco y trabajar en México. Siempre le agradeceré a Antonio Cuadri esta oportunidad. 

Actualmente te encuentras grabando la serie ‘Brigada Costa de Sol’ para Telecinco y Netflix. ¿Puedes contarnos algo sobre este nuevo trabajo?
Puedo contar muy poco. En realidad, mi participación se ha limitado a una pequeña colaboración. No obstante, ha sido un lujo y un auténtico placer poder estar a las órdenes de Fernando Bassi, que es un director maravilloso. Es generoso, te aporta confianza y eso es oro para un actor. La serie cuenta con una factura impecable. Guiones maravillosos y un elenco de altura. Y, además, una de las cosas que me llevo de este proyecto ha sido trabajar con Hugo Silva, que era algo que me hacía mucha ilusión… ¡y superó todas mis expectativas! 

Ahora para acabar, me gustaría invitarte a participar en el tipo test que realizo a todos mis invitados y que es para conoceros un poco mejor. Consiste en que me recomiendes…

– Un libro: ‘Grandes esperanzas’, de Charles Dickens.
– Una película que hayas visto recientemente: ‘La buena esposa’.
– Una película que no olvidas: ‘Antes del atardecer’.
– Un disco o cantante: ‘Arena en los bolsillos’, de Manolo García.
– Un cortometraje: ‘A o B’, de Leticia Dolera.
– Una serie de TV a la que estés enganchado: ‘The Good Fight’.
– Una serie de TV que siempre recomiendes: ‘The Newsroom’.
– Una obra de teatro que hayas visto recientemente: ‘Desmontando la palabra amor’ en el Teatro de las aguas.
– Un obra de teatro que tengas pendiente de ver: ‘Si no te hubiese conocido’. 

 

** Fotógrafo: Moisés Fernández Acosta.

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